Advertencia: Lea antes de estudiar diseño
El diseño no tiene que ver con genialidad. Tampoco con estilo o inventiva; esas son las ramas lejanas de un árbol que posee un tronco mucho más macizo y con raíces mucho más profundas de lo que muchos suelen creer.
Enseñar diseño puede parecer algo banal, sobre todo en una época técnica donde en menos de un segundo de búsqueda por internet , nos encontramos con millones de cursos gratis para aprender la técnica que queramos, fabricar el producto que se nos ocurra y si sumamos a eso la adquisición de una impresora 3D de cualquier tipo, ya tenemos a millones de diseñadores en potencia, entonces ¿para qué estudiar diseño?
A veces creo que quienes entran a estudiar diseño no tienen más que las ganas de descubrir si esa era la carrera para desarrollar sus talentos o en alguna medida darle un norte a alguna cosa creativa que les gustaría hacer, eso que aún no saben al cien por ciento o que es una mezcla de muchas cosas que se parece a todo pero que no es nada en concreto ¿Será así?
¿Quién con 18 años cumplidos puede tener la absoluta certeza de que hará por el resto de su vida? La verdad que muy poca, quizás nadie en verdad, y solo algunos afortunados tuvieron la suerte de apuntar en la dirección correcta que termino por alinear todas estas vetas y darles forma en una sola gran profesión.
El futuro del diseño se ve incierto y no porque la profesión en sí no tenga una idea clara de que hacer, como, donde y por quien; si no más bien por quienes serán los que deban desarrollarse en su interior para seguir el sendero que la profesión ha trazado para sí misma y que pareciera no estar sincronizada del todo con la idea de quienes entran a estudiarla podrán desarrollaran en el futuro.
El éxito o fracaso del diseño como profesión, está en manos de quienes no saben nada de ella. ¿Qué paradoja no? Podemos resolver casi cualquier tipo de problema con productos y servicios, pero pareciera que no nos hemos hechos cargo de diseñar nuestro propio futuro.
¿Será porque no está en nuestras manos? o ¿Por qué no nos corresponde hacerlo? Quizás debería. Quizás hacen falta empresas especialistas en diseño de diseñadores más allá de las escuelas de diseño, más allá del currículo o las odiosas competencias y habilidades. Diseñar diseñadores debiera ser más que pensar en un perfil de profesional perfecto desarrollado entre lo que la empresa demanda, lo que el mercado requiere y lo que la universidad puede enseñar.
Sumemos a eso otra variable:
Hoy estamos sujetos a una idea que se ha impuesto en el inconsciente: “La educación como bien de consumo”, donde hay una sutil pero abismante diferencia entre querer aprender y querer consumir un producto. Ambas visiones son diametralmente opuestas y el germen de un problema que escapa al sistema educativo. Un alumno quiere aprender, un cliente quiere consumir, un sistema que trabaja con alumnos es muy distinto a uno que satisface clientes.
El primero centra sus esfuerzos en construir con ellos mediante una sinergia donde el sistema coloca herramientas que unidas al esfuerzo y dedicación del alumno logran el desarrollo de competencias.
El segundo centra sus esfuerzos en satisfacer una necesidad mediante un servicio, donde coloca una oferta, que unida a la expectativas del consumidor, logran la satisfacción de este.
¿Cuál es la diferencia? El servilismo con que los sistemas tratan a sus clientes, pasando por alto los valores y el respeto a sí mismas, para satisfacer a un cliente que no dudará en reclamar ante las autoridades su insatisfacción con la promesa insatisfecha por el producto.
¿Qué dice del diseño la enseñanza del diseño?
El espíritu de una profesión esta alineada con la visión que esta tiene de si sobre la utilidad que presta a los demás, si no tienes vocación se servicios, no serás un buen médico o trabajador social, si no tienes empatía, no serás un buen profesor, etc. Hay profesiones que requieren el desarrollo de habilidades sociales, valóricas y humanas más marcadas que en el resto, para poder ser de denominadas exitosas; es a eso a lo que refiere el verdadero perfil profesional y no esa sarta de lindas palabras que todas las casas de estudio copian y pegan unas de otras.
Las preguntas que debe hacerse cualquiera que desee estudiar una carrera, no es solo cual es el campo laboral o nivel de remuneración – pregunta que socialmente determina la seguridad de una carrera ante los demás- sino más bien, entender cuan alineados están con el espíritu de lo que busca aportar esta a los demás. Pregunta que por lo pronto no muchos se hacen y que obtiene su respuesta cuatro a cinco años después, con personas desilusionadas de sus profesiones, empleadas en lo que se puede o renegando de las malas condiciones del medio donde trabajan.
Lo que deberían preguntarse las instituciones a su vez, es si la oferta profesional que realizan es adecuada a la generación a la que apuntan, si estas son capaces de alienarse al espíritu de la profesión y no solo buscar la satisfacción de las expectativas de alguien que no sabe si eso que estudia, es lo que pretende hacer el resto de su vida.
Hoy nos enfrentamos a una generación post pandémica, con bajas o nulas capacidades sociales y emocionales, con evidentes falencias en materias básicas y con un nivel de conocimientos indeterminado, donde la casi la única certeza de este es la calidad del colegio de donde salió. Ese es el nuevo perfil de alumno al que se debe apuntar una oferta especifica que logre sacar a flote su potencial. Si eres del diez por ciento que no se identifica con esto, lamentablemente aun no te conozco.
Si no te alcanzo el puntaje para estudiar lo que en verdad querías, no estudies diseño. A no ser que tu vocación sea tan clara, que puedas aceptar entrar a una carrera cara, saturada, con trabajos monótonos, con sueldos en su mayoría bajos y que lo más probable que no este diseñada para tu generación.
Haz lo que te gusta; pero tomate tu tiempo en elegir, nadie se muere por no quedar a la primera en lo que quería. Las decisiones importantes se toman con tiempo y la cabeza fría. Que la presión social y familiar no te haga mas daño que la que un profesional frustrado pueda causar a otros en el futuro.
Suerte.
Rafael Chávez S.
Director – El Diario Diseño
Diseñador Industrial/Máster en Diseño
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