Juego de roles
No sé si sea el resultado de la formación con una visión antigua del diseño, pero para muchos existe una relación asimétrica y de dependencia, donde el cliente se coloca en un sitial de poder absoluto por sobre las capacidades del diseño; designando lo que es correcto o no en el resultado de la creación del producto, que suponemos sabe que necesita, pero es incapaz de crear; lo que justifica nuestra existencia.
En esta visión de la relación diseño-sociedad entendemos una dependencia y subordinación del diseño a la sociedad que lo demanda, donde esta es quien decide los cambios y la evolución misma de los productos y servicios, pudiendo detenerse a su antojo y evitando así la evolución de estos y precipitando nuestra extinción total. ¿Paradójico no?
La verdad no creo que las cosas sean así, hace rato que la visión de subordinación quedo para los clientes-mandantes, pero el diseño aprendió a fijar los limites necesarios para que los clientes “creativos” no metiran sus manos en el proceso, si no que este fuera lo suficientemente certero y concreto para levantar la voz de este y ser capaz de llevarla hasta la concreción de productos y servicios capaces de aliviar sus dolores y muchas veces sus caprichos.
Hoy el diseño profesional da vuelta la tortilla y toma el protagonismo hacia una profesión capaz de analizar el mercado y sus necesidades para ser capaz de proponer por sí mismo sin la necesidad de mandantes y; justificarse con la existencia de necesidades y problemas reales de muchos de los usuarios del mercado analizado. Hoy muchos de quienes necesitan de una solución, no están en la capacidad de transformante en mandantes que puedan pagar por el proceso de diseño como para poder influir en el a modo de patrón y dueño del problema y producto que solucionan, hoy hablamos de co-crear y apuntar a un futuro donde se envite cada vez más los caprichos de diseño de autor y más las soluciones justificadas en problemas reales y con una existencia larga, escalable y permanente en las comunidades.
Hoy afortunadamente el diseño tiene una libertad y voluntad que lo lleva más allá del callejón sin salida del sus mandantes y se auto proyecta como una herramienta que supera sus propias expectativas, saliéndose muchas veces de la utilidad común que se atribuye a él. Es por esto que hoy no es raro ver diseñadores en puestos de gestión, o apoyando la toma de decisiones en temas de políticas publicas o de gobierno.
Si bien vemos a clientes que adoptan la función de diseñadores y mediante las tecnologías, han roto la pared de la profesión (al menos en su faceta productiva) y producen desde impresoras 3D, sus propias soluciones domésticas, aun hay una larga brecha entre dar soluciones y diseñarlas desde un proceso y metodología que les den una validación más allá del azar.
Pareciera que el mercado de necesidades, clientes y diseñadores se ha transformado en un juego de roles que se interseca y diluye las líneas de lo que estábamos acostumbrados.
Si bien no podemos saber que nos depara el futuro, al parecer nos dirigimos hacia un horizonte donde debemos comenzar a definir los nuevos roles de nuestra profesión.
Solo nos queda estar preparados para el cambio.
Rafael Chávez S.
Director – El Diario Diseño
Diseñador Industrial/Máster en Diseño