Leamos Diseño
Hablar de lectura en los tiempos que corren es un tema difícil.
En un mundo donde el conocimiento esta a un clic de distancia en el celular, donde las fuentes de información son miles y su veracidad es etérea para quien reacciona con un like antes de saber que lo que ve o lee es real o no, da por lo menos un poco de pavor.
Este 23 de abril celebramos un nuevo día del libro y del derecho de autor, por lo cual es pertinente preguntarnos ¿Cómo andan las cosas por casa?
Las cifras son alentadoras, bajas pero alentadoras. Las publicaciones han aumentado en mas de un veinte porciento con respecto al año pasado, siendo las novelas las que se llevan el primer lugar, seguido del área educación con los mayores porcentajes.
En Chile se escribe, se publica y se protegen los derechos de autor cada vez más. Un panorama auspicioso en un país donde la lectura es baja y existe un desinterés que evoluciona de forma directamente proporcional a medida que nuestra edad aumenta.
Y si bien los factores más comúnmente esgrimidos son el poco tiempo, desinterés, costo, poca variedad, etc., hay una variable que es – a mi parecer- una de las mas relevantes: Las universidades y en particular las escuelas de diseño no integran la lectura es sus currículos.
Pasamos de doce años de educación primaria, donde se exige la lectura, a un freno casi total en los próximos cuatro años de educación secundaria, el resultado: Una baja considerable en las actualización de los profesionales, que deben repuntar a marcha forzada el tiempo perdido.
Hoy en Chile son pocas las universidades que aplican cursos formativos de plan común, en donde a través de lecturas guiadas son capaces de sortear esta brecha de lectura-conocimiento básico, que da cimiento a la calidad y desarrollo critico de sus alumnos.
La mayoría trabaja sus currículos y planes específicos en base a bibliografías básicas, exigidas como un mínimo por el Ministerio de Educación, pero es poco o nada el control por parte de sus directivos académicos en hacer un seguimiento de su aplicación dentro de las asignaturas.
Podríamos pensar que esto es un caso aislado a Latinoamérica, pero no es así; un estudio realizado por el profesor Mauricio Mejía de The Design School at Arizona State University, describe la gravedad y extensión de este problema:
“Las habilidades de escritura se descuidan en la educación del diseño. Los profesionales del diseño podrían proporcionar un mejor valor con mejores habilidades de escritura. Cuando algunos diseñadores persiguen un doctorado, tienen que ponerse al día”
Y en verdad es grave, ya que se suele medir los indicadores de uso de biblioteca o de prestamos de libros, pero ¿Cuánto mide de la comprensión, aprendizaje o transferencia de su uso? Nada.
La falta de lectura y el desarrollo de sus capacidades asociadas tienden a desmerecer en relación con la medición de competencias de mercado, donde la capacidad crítica, la discusión y el uso del lenguaje, pierden relevancia ante el uso de un programa digital o una nueva tecnología.
¿Debemos buscar culpables?, creo que no. La solución esta a un libro de distancia y, en tomar la decisión de aunque sea por un acto de amor propio a la profesión, comenzar desde nuestra propia vereda a interesarnos en integrar la lectura como una herramienta para diseñar mejores profesionales para el mundo y no solo buenas máquinas para el mercado.
#Leamos diseño.
Rafael Chávez S.
Director – El Diario Diseño
Diseñador Industrial/Máster en Diseño