El peligro del diseño especulativo
Comparando algunas de las metodologías que los programas de las universidad desarrollan en sus clases, me he fijado en el afán que el mercado del diseño tiene por intentar entrar en la cabeza del consumidor; ya sea desde el marketing, la comunicación o el diseño mismo, todos buscan tener la mayor cantidad de información; pero son pocos los que se atreven a obtenerla por métodos tradicionales.
Si de algo pecan las escuelas de diseño (al igual que las de muchas otras carreras) es la de no poder equilibrar el ponerse a tono con las tendencias del mercado de su especialidad y la de poder hacer la transferencia de ese conocimiento a herramientas prácticas.
Somos amantes irrestrictos de cada nueva metodología, herramienta y método para medir, proyectar, gestionar y diseñar algo sin entender para que, como y porque se hace así y menos del cómo aplicarlas en un 100%. Somos sabios de la variedad de oferta metodológica del mercado, pero ignorantes en al menos el uso de un par de ellas a ciencia cierta.
No cuestiono el interés por mantenerse a la vanguardia de las nuevas formas de hacer, eso es relevante en un mercado cambiante y cada vez más exigente, lo lamentable es que siempre estamos al filo entre aprender una y comenzar a adoptar otra nueva. Es como si nuestro ímpetu de conocimiento no pudiese ser saciado, pero a la vez nunca terminamos de comer un plato completo.
Es sin duda una paradoja interesante de investigar ¿Cuál es el punto medio entre la modernización, la adopción de nuevas herramientas, su entendimiento y posterior implementación? Quizás el tiempo medio para este aprendizaje es siempre muy largo en relación al costo/veneficio de una institución y es mejor optar por un barniz de nuevas ideas para mantenernos al corriente, que cazarnos con una sola herramienta que comience a verse vetusta y desgastada.
Es quizás por esto que a muchas generaciones de diseñadores, les cuesta armonizar y sincronizar lo (bien o mal) aprendido y, mucho más ponerlo en práctica, a veces es la misma herramienta que ya aprendieron, pero con un nuevo nombre y eso desconcierta a cualquiera.
Personalmente me gusta enseñar desde los fundamentos de un concepto, ya que creo que el entender el porque y para que de las cosas es la puerta a que nos preguntemos el como utilizarlas, ya que sin eso, nunca encontraremos un camino claro para desarrollar lo que decimos saber hacer.
Hoy la calidad de las propuestas de nuevos productos y servicios denota que comenzamos a girar el rumbo hacia lo técnico y especulativo; dos de las forma de diseño mas dañinas para la creación de valor significativo hacia los problemas reales del mercado.
El desconocimiento o poco dominio teórico practico de las herramientas metodológicas, radica en una sobre compensación tecnológica del saber hacer por sobre saber el como se hace, porqué se hace y el consiguiente no saber cómo enseñarlo y el diseño al carecer como muchas otras carreras de una formación pedagógica para su formación, caerá indudablemente en repetir un proceso viciado, donde quien aprendió a medias replicará ahora como docente lo que supone que aprendió.
Muchos sufrimos con la experiencia de tener profesores que parecían mas de lo que sabían y se aprovechaban de un modelo que prefería ensalzar sus laureles profesionales como ganancia para sus propios planteles, antes que sus capacidades académicas. Y si bien aún quedan vacas sagradas en el rebaño, veo con terror como aun algunas instituciones y por consiguiente sus alumnos, normalizan pretenden seguir perpetuando esta forma de entender lo que es hacer y educar en el diseño.
Espero que cada día crezca nuestra curiosidad por entender y cuestionar las formas en las que nos hemos formado; quizás así los grandes y buenos profesores y profesoras que existen más allá de sus nombres, galardones y almas mater, comiencen a ser valorados por ponerle realidad y fundamento a una praxis cada vez más llena de especulación.
Rafael Chávez S.
Director – El Diario Diseño
Diseñador Industrial/Máster en Diseño