El diseño de Schrödinger

September 6, 2021 1:19 am Published by

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Hablar de valor es fácil, reconocerlo, gestionarlo y crearlo es lo difícil…muy difícil. Como decía Marcelo Ghio en su libro Oxitobrands: “Precio no es igual a valor, pero el valor aumenta el precio. Por eso es que hay gente tan valiosa…que no tiene precio. Seria Impagable.

En la utilidad de un producto o servicio bien diseñado es fácil evidenciar el valor que este entrega al solucionar un problema o necesidad de forma más eficiente, eficaz y efectiva que su competidor. El benchmarking técnico que podemos hacer a cualquier producto nos dará evidencia de ello, pero el medir factores de valor agregado y satisfacción del cliente no son una prueba irrefutable del valor creado, eso es algo personal, que no tiene precio.

Vamos por partes.

El marketing y la publicidad desde su vereda nos ayudarnos a elegir; darnos a conocer las cualidades de un producto o servicio, pero nunca poner las manos al fuego por estos. Su tarea es limitada a lo que el producto pueda hacer y cumplir, no una garantía de satisfacción de su valor. Lamentablemente el mercado suele confundir estos términos y termina culpando de “publicidad engañosa” a los productos que no cumplen con lo prometido y -la mayoría de las veces- con justa razón, a quienes diseñan y fabrican objetos de dudosa utilidad y calidad, es ahí donde muchos pervierten el concepto de valor por el del “Hype” y prefieren dormir una noche en la calle por un teléfono nuevo o un par de zapatillas de basketball para revenderlo al triple.

Cuando el valor es creado hacemos evidente una serie de relaciones tangibles e intangibles que traspasan al diseño mismo y que comienzan a relacionar la identidad corporativa, con la imagen corporativa.  Podemos ver el efecto, pero no debemos -necesariamente- conocer el proceso, por el cual un buen producto o servicio que ha mejorado nuestra calidad de vida fue concebido.

Cuando algo funciona, no nos importa saber como se hizo, pero cuando no lo hace sí; quizás buscamos de forma innata una respuesta al porque la relación precio-atributos ha fallado.

El valor es como el gato de Schrödinger, pasa por fases tangibles e intangibles, hasta crear una reacción que logra medir su existencia o inexistencia para el consumidor.

Es, sin ser, una idea compleja pero automática por la cual sin pensarlo demasiado tomamos decisiones sobre que producto, servicios y marcas consumimos; en cuales confiamos, cuales amamos con fidelidad y cuales cambiaríamos a la primera opción sin dudarlo.

EL valor nace en la filosofía, visión y misión de un deseo de emprender, y quien crea este negocio – sin importar su tamaño- está pensando en dar una sello propio a sus productos; ese es el primer paso de una idea intangible a un elemento tangible.

Este producto tangible, creará una idea -intangible- en tu cabeza para que lo consumas a través del marketing y la publicidad y esta promesa, se hará realidad cuando hagas evidente esta promesa, pasando lo intangible a tangible mediante la experiencia de usuario.

Si todo hasta este punto salió bien, hablamos de valor creado y la última etapa del valor, donde tu experiencia tangible, se relaciona con la marca de forma intangible y creas fidelidad con esa marca que mejoro tu calidad de vida. Si la experiencia fue mala y no hubo transferencia de valor, también haces una relación, pero en este caso contraria y no vuelves a gastar tiempo ni dinero en consumir esa marca.

Estamos envueltos en una relación de percepciones de placeres eudemonicos que propician el consumo de todo lo que te da pacer hedónico, donde el diseño es el elemento clave para materializar promesas y cumplirlas a los ojos del mercado.

El diseño se ha convertido en una paradoja, donde todos dicen hacerlo, aunque no todos lo sepan y que es una herramienta tan potente, que a veces parece que no entendemos todo el potencial que nos traemos entre manos y nos limitamos a seguir repitiendo los mismos productos y servicios de siempre una y otra vez, dejando el valor de lado.

El diseño es innegable, pero se debe comenzar a construir desde la negación de lo que no es, para tener claro lo que es y puede llegar a ser.

No dejemos de crear valor.

Rafael Chávez S.
Director/El Diario Diseño