Las polifonías de un problema
Muchos de los preceptos establecidos dentro de la enseñanza del diseño hace más de sesenta años, siguen lamentablemente repitiéndose cuan mantra en las universidades. Y para peor, tanto las nuevas generaciones de profesionales del diseño y empresas del rubro de productos y servicios siguen creyendo a fuego las predicas de su metodología la cual, lamentablemente, solo conocen de nombre.
Hoy hablar de metodologías de diseño como el Design Thinking, son de esas falacias que rayan mas en una pseudo ciencia equiparables al terraplanismo y la frenología, no solo por su forma de pensar, sino por su planteamiento epistemológico.
Lo peor de todo es que los planes universitarios de la mayoría de las instituciones de educación superior sigan avalando sin reparos este tipo de enseñanzas como parte de sus “competencias” para el mercado; el cual tiene una visión claramente dispar de lo que estas significan para su veneficio.
Quizás esto ultimo es peor aún, ya que las empresas del rubro se suponen son quienes dictaminan cuales son las capacidades o competencias que esperan tengan los profesionales que saldrán al mercado para entrar a producir dentro de estas, por ende el daño es autoinfligido.
Metodologías como el Design Thinking se fijaron como una idea “estándar” del mercado desde los años setenta, prometiendo poder resolver cualquier problema donde el proceso de diseño se limita a una receta de cinco pasos que puede ser aplicada por cualquiera y para cualquier caso, desconociendo el valor contextual y relevancia que el entorno y las experiencias del usuario le dan al proceso de co-creación como un validador del proceso. En otras palabras una receta universal, donde el pensar en otros desde una mirada propia es una forma implícita de excluirlos.
Es tentador creer que existe una metodología capaz de resolver todos los problemas e interrogantes del mundo actual, pero lo que entendemos como diseño actualmente es alejarnos de una receta universal y comenzar a pensar a una escala distinta para problemas similares, donde una única receta no es capaz de dar todas las soluciones.
El diseño no es un proceso lineal y de ahí la imposibilidad de una metodología única o unificadora y el comienzo de hablar de procesos de diseño, ya que las metodologías y métodos no son siquiera capaces de determinar las diferencia entre lo que son y lo que definen; lo que pone en entredicho hasta el mismo método científico.
Los problemas son complejos, abiertos y ambiguos, tal como define Horst Rittel con el término “Wicked problems”, problemas que no son fáciles de juzgar como buenos o malos por lo que por antonomasia no corresponden a una única forma de ser abordados, desarrollados y resueltos por su naturaleza determinada en su ambigüedad.
Si los problemas son indeterminados, por ende no tienen respuestas verdaderas o falsas, no hay, por consiguiente, una solución definitiva, en consecuencia no puede haber un único método para su resolución. El diseño es un argumento polifónico donde debe primar la enseñanza de comprender y contextualizar el problema, antes de insertar fórmulas mágicas que hagan el trabajo por nosotros.
No nos dejemos engañar por el sabor de moda. Antes de diseñar, aprendamos a pensar y cuestiónalo todo.
Rafael Chávez S.
Director – El Diario Diseño.
Diseñador Industrial/Máster en Diseño
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