La victoria de un fracaso
El éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano.
-John Fitzgerald Kennedy
Días previos al 21 de Mayo me toco escuchar varias críticas sobre lo que significa para la sociedad actual una nueva celebración del combate naval de Iquique. Para muchos solo la celebración de una derrota ocurrida hace ya 138 años y que no representa más valor que una de las tantas efemérides que componen nuestra historia nacional; una postura que se me hace curiosa a meses de cumplirse un nuevo aniversario del terremoto de 2010, una catástrofe en donde la gran lección que debió entender el país fue la de “aprender de nuestro errores” y “no olvidar nunca como se deben hacer las cosas”.
Quizás muchos no encuentran el punto de comparación entre estos dos hechos, pero es algo evidente: la falta de valor que se le da al fracaso y el consecuente aprendizaje que esto conlleva. Muchos reniegan de las acciones que llevan al fracaso, pero consecutivamente vuelven a caer en esas malas prácticas. Quizás muchos entienden este concepto de fracaso como una forma de justificar las malas decisiones; entendimiento que esta por cierto muy distante de lo que realmente significa el propiciar una cultura que sea capaz de mantener en evidencia y de forma constante las lecciones que deja el fracaso como medio de aprendizaje para las futuras generaciones. El temor a la cultura del fracaso es a la figura del “fracasado” que esta genera; un estigma social que termina siendo un impedimento más grande que el propio fracaso en si y que culmina mellando el espíritu del re emprendimiento.
Hoy en día abundan las recetas del éxito que muchos “Gurús” tratan de vendernos. Recetas que más allá de su forma o fondo no son más que una buena dosis del sentido común que cualquier emprendedor debería tener antes de comenzar una empresa.
Para muchos seria irracional que un profesional se enfrentara a competidores mas grandes y mejor equipados contando solo con su ímpetu, ¿pero porque entonces el 60% de las nuevas empresas quiebra antes de cumplir un año? En el mercado hay miles de Esmeraldas dando su contienda desigual frente a preparados Huascar y día a día sigue repitiéndose la historia.
Antes de emitir juicios de valor ante un fracaso es mejor aprender de ellos, el miedo al castigo es lo que ha hecho que el hombre se reprima, pero ojo; el ser testarudo no es lo mismo que ser insistente, la sabiduría consiste en aprender de los errores y cuando estos errores se comparten, aprendemos todos.
Rafael Chávez /Diseñador Industrial
Director El Diario Diseño